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Marihuana mexicana pierde terreno en Estados Unidos

Este agricultor del oeste de México dice que comenzó a cultivar marihuana cuando era un adolescente. Dice que esta será su última cosecha.

Este agricultor del oeste de México dice que comenzó a cultivar marihuana cuando era un adolescente. Dice que esta será su última cosecha.

(Deborah Bonello / For The Times)
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Comenzó a cultivar marihuana cuando era un adolescente y durante cuatro décadas se ganó la vida modestamente desde su pequeña parcela localizada en la base de estas escarpadas montañas del occidente de México.

Muestra con orgullo sus plantas ilegales, a la altura de la cintura y fragantes, estratégicamente escondidas de la vista por hileras de maíz y casi listas para ser cosechadas.

“Siempre me ha gustado este negocio de producir marihuana”, dijo con nostalgia el agricultor de 50 años de edad. Decidió que la cosecha de esta temporada sería la última.

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La razón: la economía de libre mercado.

El aflojamiento de las leyes de marihuana en gran parte de los Estados Unidos ha aumentado la competencia de los agricultores al norte de la frontera, al parecer lo suficiente como para bajar los precios pagados a los agricultores mexicanos. Los pequeños productores del estado de Sinaloa, una de las zonas de producción más grande del país, dijeron que en los últimos cuatro años la cantidad que reciben por kilogramo ha disminuido de $100 a $30.

La caída del precio parece haber conducido a una reducción en la producción de la marihuana en México y una disminución en el tráfico a los Estados Unidos, de acuerdo a los funcionarios de ambos lados de la frontera y los datos disponibles.

“Las personas no quieren abandonar sus cultivos ilícitos, pero cada vez más se están dando cuenta de que ya no es buen negocio”, dijo Juan Guerra, secretario de agricultura del estado.

Durante décadas, los gobiernos de Estados Unidos y México buscaron formas para reducir el cultivo de marihuana. Les pagaron a los agricultores para sembrar cultivos legales o periódicamente enviaron a los soldados mexicanos para buscar y erradicar los campos de drogas.

Pero esos esfuerzos fallaron, porque la marihuana todavía era más rentable que las alternativas.

Apenas en el 2008, México estaba proporcionando dos tercios de la marihuana consumida cada año en los Estados Unidos, dijo Beau Kilmer, codirector del Centro de Investigación de Política de Drogas del grupo de estudios de Rand Corp.

Sin embargo, los agricultores de Estados Unidos se han visto impulsados por el creciente número de estados que han levantado las restricciones sobre la droga.

En 1996, California, el productor más grande de la nación, se convirtió en el primer estado en legalizarla para fines médicos. Veintidós estados han seguido el ejemplo en las últimas dos décadas. Alaska, Colorado, Oregon y Washington también han permitido el cultivo y la venta para uso recreativo.

Aunque la ley federal todavía criminaliza la producción y la posesión, el Departamento de Justicia de Estados Unidos ha desistido en sus esfuerzos de cumplimiento cuando chocan con la ley estatal.

El relajado entorno jurídico ha acabado con el viejo modelo de negocio.

“Los cambios en el otro lado de la frontera hacen que la marihuana sea menos rentable para las organizaciones como el cártel de Sinaloa”, dijo Antonio Mazzitelli, representante en México de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito.

Aunque México sigue siendo un importante proveedor de marihuana para los Estados Unidos, su cuota de mercado se cree que ha disminuido significativamente. Alejandro Hope, un analista de seguridad y drogas en la Ciudad de México, estima que la marihuana mexicana ahora representa menos de un tercio del total consumido en los Estados Unidos.

Hay pocos datos fiables sobre la producción de marihuana en México. Pero dos medidas claves – qué cantidad es destruida en los campos y qué cantidad es interceptada en la frontera de Estados Unidos -- sugieren fuertemente que está en declive.

Este año, el gobierno mexicano está en camino a erradicar alrededor de 12,000 hectáreas, por debajo de las más de 44,000 hectáreas que se erradicaron en el 2010, de acuerdo a la oficina del Procurador General de México.

La Oficina de Aduanas y Protección Fronteriza de los Estados Unidos incautó unas 1,085 toneladas de marihuana en la frontera en el 2014. En los cuatro años anteriores, esa cifra rondó alrededor de 1,500 toneladas. Se cree que las incautaciones representan una pequeña fracción de la cantidad que logra ser importada con éxito.

Además, el número de detenciones realizadas por los agentes federales de Estados Unidos involucrando marihuana cultivada en el exterior disminuyeron de 4,519 en el 2010 a 2,367 en el 2014, de acuerdo a la Administración de Control de Drogas de Estados Unidos. El número involucrando marihuana producida en el país se mantuvo relativamente estable durante ese tiempo con un promedio de 1,536 detenciones por año.

Los agricultores estadounidenses y mexicanos compiten no sólo en cuanto al precio sino también en cuanto a la calidad. La legalización ha ampliado el mercado para las cepas de especialidad más caras, las cuales son más potentes que el producto mexicano estándar debido a una mayor concentración de THC, el ingrediente que proporciona el efecto de la droga.

“La marihuana mexicana se considera inferior en el tótem y muy pocas personas que se consideran aficionados o conocedores admitirían que la fuman”, dijo Daniel Vinkovetsky, quien escribe bajo el nombre de Danny Danko para la revista High Times. “Es típicamente de color marrón, comprimida para el transporte y lleno de semillas”.

“El acceso al cannabis estadounidense de mejor calidad ha llevado a muchos a darle la espalda a las importaciones de México y más allá”, dijo.

Ethan Nadelmann, quien dirige la Alianza para la Política de Drogas, una organización sin fines de lucro con sede en Nueva York que promueve la despenalización de las drogas, dijo que espera que las exportaciones mexicanas de marihuana continúen disminuyendo mientras prolifera el cannabis legal. “Cada vez más, los Estados Unidos va a cultivar marihuana aquí”, dijo.

Del 2013 al 2014, el mercado legal creció de $1 mil millones 500 mil a $2 mil millones 700 mil, de acuerdo a un informe realizado este año por el Grupo ArcView, una empresa de investigación e inversión de la industria con sede en Oakland. Se cree que las ventas ilegales son muchas más que eso.

El mercado cambiante ha obligado a los agricultores de marihuana en pequeña escala en México a buscar formas para complementar sus ingresos.

En Sinaloa, un agricultor de 47 años de edad llamado Emilio cuida cuatro parcelas de marihuana con sus hijos. Heredó el negocio de su padre. Su municipio, Badiraguato, es famoso por ser la cuna de Joaquín “El Chapo” Guzmán, el capo de la droga más buscado del mundo y jefe del poderoso cártel de Sinaloa.

Pero hay muy pocas señales de la riqueza del cártel en su aldea, con una población oficial de 1,000 habitantes y a dos horas en auto de la principal plaza del pueblo sobre una ruinosa carretera de montaña. Emilio nunca terminó la escuela primaria y no sabe leer ni escribir. Su casa tiene piso de tierra. Así como los otros agricultores entrevistados para esta historia, habló con la condición de que su nombre completo no fuera publicado.

Uno de sus vecinos, Efraín, de 55 años de edad, dijo que dejó de cultivar marihuana hace unos años y ahora mantiene a su familia trabajando como jornalero. Los intermediarios que solían comprar su cultivo apenas si vienen.

“Si alguien viene a comprarla aquí, la quiere realmente barata”, dijo.

Pero Emilio dijo que no puede permitirse el lujo de renunciar a la marihuana.

“Aun cuando aquí ya no es considerada realmente como buen negocio, no hay otra cosa que hacer”, dijo.

Si desea leer esta nota en inglés, haga clic aquí

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