Entrevista. Con Coletta Youngers, asesora de WOLA sobre políticas de drogas

Drogas: "Portugal es un buen modelo"

Invitada por la Junta Nacional de Drogas (JND), participó durante varias jornadas de los debates sobre las políticas en este tema. Para profundizar más sobre esto LA REPUBLICA realizó una entrevista exclusiva.

La experta insistió en el fracaso de la llamada «lucha contra las drogas debido al enfoque y la estrategia de EEUU». Afirmó que amplios sectores de Washington reconocen este fracaso. Recordó que el año pasado se dieron estadísticas de producción de cocaína en la región andina que, según dijo, ha bajado tanto que si se compara la cantidad producida con las incautaciones, se ha logrado algo «fantástico»: se está incautando más cocaína que la que se produce. Habló sobre el cambio principal durante la administración del presidente Obama, sobre la cual dijo que se ha suavizado el tono, la retórica en «la guerra contra las drogas» sin intentar ganar puntos políticos, como ha sido el caso en el pasado. Sostuvo que uno de los responsables del gobierno de EEUU dijo que no se puede llevar una guerra contra su propia gente, contra su propio pueblo. Refirió que el tema de la «guerra contra las drogas» apenas se menciona fuera de la situación de Afganistán y México. Las autoridades, según Youngers, han reconocido su fracaso y dijo que el gobierno de Obama ha sido menos intervencionista y tiene menos influencia que la que tuvo en otros años. Pero destacó que lo más importante es que la administración Obama ha subrayado mucho más el problema de la demanda y la necesidad de tratar el consumo de drogas con programas de salud pública, de poner mucho más énfasis a nivel doméstico y en los programas internacionales con otros países. Con respecto a la política interna, afirmó que en su campaña electoral Obama prometió hacer tres cosas y reconoció que ha tenido algunos cambios modestos pero importantes. La primera promesa fue eliminar las tremendas discrepancias en las sentencias relacionadas con la pasta base, que se consume en las regiones más pobres, y la cocaína en polvo, que antes eran procesamientos de cien por pasta base contra uno de cocaína. En función de una nueva ley la diferencia es de dieciocho contra uno. La segunda promesa fue invertir la falta de tolerancia del gobierno federal con respecto al uso de la marihuana con fines medicinales, con lo que ha disminuido la persecución por esto. Finalmente, Obama prometió eliminar la no utilización de recursos para programas de VIH sida. Youngers admitió que el gobierno de Obama ha cumplido con sus tres promesas, lo que va contra la oposición política que ha existido durante mucho tiempo. «Es importante lo que ha hecho, pero son pasos muy modestos», dijo.

Wola y el Uruguay

Coletta Youngers escribió un libro sobre la historia de WOLA, que es una ONG no gubernamental. Esto le permitió conocer en detalle las acciones de esta organización en nuestro país en la época de la dictadura.

«WOLA fue fundada en el año 1974, durante la época de los regímenes militares en Latinoamérica, y su enfoque fue trabajar con los líderes democráticos de esta región e intentar cambiar la situación política, por un lado, y por otro intentar lograr el respeto a los derechos humanos y la liberación de los presos políticos», relató Youngers. Recordó que en aquella época no existían muchos grupos que se ocuparan de los derechos humanos, salvo Amnistía Internacional y Human Rights Watch, así que WOLA fue uno de los pioneros en este trabajo en América Latina y particularmente en el Cono Sur. «En el caso de Uruguay tuvimos una relación especial porque llegaron a nuestras oficinas en Washington Wilson Ferreira Aldunate y su hijo Juan Raúl. Este se quedó trabajando en WOLA durante alrededor de diez años. Esto implicó una relación más estrecha con la situación uruguaya. En aquel entonces, el director de WOLA, Joe Eldridger, Bill Brown y Juan Raúl se encargaban del trabajo de intentar documentar y denunciar las atrocidades de las violaciones de los DDHH en esa época. Así que sentimos que fue uno de nuestros esfuerzos más importantes y finalmente algunos de los casos que nosotros trabajamos ahora están llegando a la Justicia», contó Youngers. Narró que hubo tensiones muy fuertes con las dictaduras en todo el Cono Sur y «por supuesto que las personas que trabajaban con WOLA en cada país corrían un riesgo muy alto; incluso hubo muchos desaparecidos entre estos», dijo.

La experta, quien confesó ser tratada mejor en Uruguay que en cualquier otro país, agregó que «aún en Washington Juan Raúl Ferreira tuvo problemas por amenazas recibidas» (ver nota aparte).

En una de sus conferencias usted dijo que en EEUU se incauta más droga que la que se produce. ¿Cómo es esto?

Increíble, ¿no? (se ríe). Uno de los problemas de la política de drogas actual es la desesperación por mostrar éxitos. Entonces siempre las estadísticas sobre la producción de drogas ilícitas han sido cuestionadas, es una ciencia muy imprecisa y existen diferencias muy grandes entre las cifras de la ONU y las de EEUU sobre lo que se produce y lo que se incauta. Hemos llegado a un nuevo nivel de cuestionamiento porque hay estadísticas que provienen por un lado de agencias en EEUU sobre la producción y cultivo de coca y amapola, en base a las cuales se estima la cantidad de cocaína producida. El año pasado una de esas organizaciones mostró que la producción de cocaína ha bajado mucho entre los años 2008 y 2009. Por otro lado, hay otras agencias que recogen los datos sobre las incautaciones de droga y un colega mío, revisando las estadísticas de agencias diferentes, encontró que hay una diferencia de menos de 200 toneladas de cocaína que se consume en EEUU, pero no se incorporan las incautaciones en los países andinos, en Europa, etc. Entonces, si se observan las estadísticas uno se da cuenta de que estamos incautando más que lo que se ha producido. Es increíble. Hemos llegado a un nivel absurdo en las políticas sobre las drogas.

­¿Qué opina sobre el rol de la DEA (Drug Enforcement Administration), la agencia estadounidense que se ocupa del combate contra las drogas?

­Su trabajo principal está en EEUU pero también tiene un rol internacional en casi todos los países de esta región colaborando con las policías en la represión y en inteligencia. Sin embargo la DEA ha sido la agencia más cuestionada en EEUU operando a nivel internacional.

Hay muchas críticas sobre que actúan un poco como «cowboys», con demasiado entusiasmo en detener y encarcelar personas en lugar de realizar investigaciones más a fondo. Hay críticas sobre su capacidad de llevar a cabo las investigaciones, otras sobre pretender controlar los programas sobre drogas sin reconocer el rol que deberían cumplir las autoridades locales. En el caso de Bolivia, donde los agentes de la DEA fueron expulsados del país, hubo acusaciones por parte del gobierno de Evo Morales en cuanto a que habían sobrepasado sus funciones apoyando directamente a políticos de la oposición y hubo rumores de que hasta seguían al propio presidente Morales.

­¿Se puede imaginar que los problemas de la DEA son como se muestra en la película «Traffic», en la cual Michael Douglas tenía el rol de jefe de esa agencia, luego de ser fiscal, y su hija cae en la adicción y se muestra la corrupción existente?

­Existen muchas denuncias de corrupción alrededor de la DEA. De hecho, si uno habla con la gente que tiene muchos años trabajando en ese nivel operativo en política de drogas, muchas veces dicen que es más eficaz legalizar la venta de drogas que otro tipo de operaciones represivas. Se puede incautar una cantidad de drogas, detener gente, pero siempre reaparece el problema por otro lado.

­En nuestros países últimamente es un drama el consumo de la pasta base, a la cual se la vincula con los jóvenes delincuentes. ¿Cómo lo ve usted?

­Muchas veces existe la percepción de la relación entre el uso de dr
ogas y la delincuencia. Es cierto que en muchos casos esto es real, pero en otros casos se da que hay personas que entran en la delincuencia para poder consumir drogas. Entonces su problema principal es que son usuarios problemáticos de drogas.

El único ejemplo a nivel mundial de cómo enfrentar este tema de manera exitosa es el caso de Portugal, donde hubo legalización del consumo de todas las drogas. Las personas que son encontradas consumiendo drogas, muchas de ellas microtraficantes, en lugar de ser enviadas a la cárcel son enviadas a tribunales en los que hay sociólogos, psicólogos, gerentes, es decir un grupo de personas que evalúan la situación y deciden el tipo de tratamiento que se necesita aplicar. Si la persona proviene de una situación económica de desempleo, se trata de ver qué posibilidades hay de ofrecérselo, de aplicar una política de inclusión social. Se trata de integrarlos a la sociedad en lugar de encarcelarlos durante años, después de los cuales salen peor de lo que ingresaron a prisión.

Esto demuestra que se puede flexibilizar las políticas de drogas con una política social integrada que no resulta en un aumento de la delincuencia ni del uso de drogas. Portugal es un buen modelo a seguir. Aquí en Uruguay, el nivel de consumo de drogas no es tan malo como en otros países latinoamericanos.

El problema aquí sobre todo es cómo se trata a la gente que es encontrada con pequeñas cantidades de drogas en las calles y termina encarcelada. Tenemos que buscar políticas de drogas eficaces ya que en muchos países latinoamericanos se llenan las cárceles con consumidores, gente del más bajo nivel del narcotráfico, lo cual no tiene ningún impacto en combatir el crimen organizado. Al contrario, esto puede ser contraproducente.

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