La tremenda situación de inestabilidad política, social y económica que está azotando a Líbano y que se considera la peor desde la cruenta guerra civil que duró 15 largos años (1975/1990), está empujando a muchos agricultores libaneses a pasarse al cultivo de cannabis, ya que su producción es mucho más barata y se obtiene de ella un mayor beneficio. Los campesinos, debido a la devaluación de la libra libanesa que ha dejado a la mitad de la población del país sumido en la pobreza, no pueden permitirse asumir los costes de los fertilizantes, las semillas o los pesticidas para la producción de frutas y verduras que se importan desde otros países.