América Latina rechaza política EEUU en guerra de drogas

Luis Andres Henao
Reuters
29 de enero de 2010

BUENOS AIRES - A medida que se incrementa la violencia y el costo de una guerra contra las drogas, con cárceles repletas de adictos de baja monta, países de América Latina están abandonando las medidas duras de Estados Unidos contra el consumo para luchar contra los grandes traficantes.

Convencidos de que la guerra contra las drogas de Estados Unidos, que ya lleva cuatro décadas, ha fallado, Argentina, Brasil, Chile, Ecuador, México y otros países están bajando las penas por posesión y uso personal de pequeñas dosis de narcóticos.

Los críticos advierten que el abuso de las drogas y la violencia subirán si el consumo a baja escala de cocaína, marihuana y otras drogas es tolerado, pero legisladores en América Latina argumentan que las nuevas leyes liberarán recursos para perseguir a los grandes traficantes y ayudar a adictos.

El giro para alejarse de las políticas de tolerancia cero aumentó su ritmo en el último año y la administración del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, mostró poca oposición a los cambios.

Este es un cambio dramático después de décadas de fuerte rechazo en Washington a leyes más blandas contra el consumo.

Aun en países como Argentina, donde la violencia por las drogas es todavía poco común, jueces están defendiendo la despenalización porque el sistema de justicia está congestionado a causa de arrestos por cantidades mínimas, algo que le impide a los fiscales ir tras los grandes traficantes.

"Los tribunales se veían sobrecargados con casos de tenedores de pequeños consumidores de droga," dijo el juez federal Horacio Cattani. "Tenemos un problema grave de consumo de drogas en la Argentina y nos damos cuenta que no lo podemos solucionar castigando".

La mayor parte de la producción de cocaína continúa saliendo de los países andinos como Colombia, Perú y Bolivia, aun después del gasto de miles de millones de dólares para erradicar plantaciones.

En México, la guerra contra las drogas dejó más de 16.000 personas muertas desde fines de 2006, cuando el presidente Felipe Calderón asumió el cargo y desplegó miles de soldados para combatir contra cárteles implacables que decapitan y descuartizan rivales y sobornan e intimidan a policías y jueces.

La violencia por las drogas también se disparó en América Central, donde pandillas callejeras tomaron control del tráfico y en algunos casos infiltraron partidos políticos.

México es el mayor productor mundial de marihuana y Paraguay quedó en segundo lugar por el crecimiento de la demanda de sus vecinos Argentina y Brasil.

RECONSIDERANDO EL PROBLEMA

Brasil y México, las mayores economías de Latinoamérica, lideran el nuevo enfoque hacia el consumo individual de drogas. Brasil despenalizó parcialmente el uso y en México llevar pequeñas cantidades de cualquier droga ya no es una ofensa penal.

En Argentina, se espera que la presidenta Cristina Fernández envíe pronto al Congreso una reforma que propone enviar a los adictos a tratamiento en vez de a la cárcel, siguiendo un fallo de la Corte Suprema que declaró ilegal la persecución de consumidores.

En Ecuador, el Gobierno de izquierda liberó a 2.000 traficantes de bajas cantidades, conocidos como "mulas", tras un perdón, y otros usuarios esperan ser liberados bajo reformas al código penal.

Jessica Trujillo está en una prisión ecuatoriana hace un año esperando sentencia por la posesión de 1,5 gramos de un derivado de la cocaína.
"Le dan la misma condena al que tiene gramos como el que tiene toneladas", dijo Trujillo, quien admitió su drogadicción en una entrevista telefónica desde la prisión El Inca, en Quito.

"Yo no creo que para el consumidor debería haber una sentencia (...) sino una rehabilitación porque la droga es una enfermedad, no es un delito".

EEUU MIRA HACIA OTRO LADO

Desde que la administración Nixon le declaró la guerra a las drogas hace cuatro décadas, Estados Unidos se ha resistido a la tendencia en América Latina de ablandar la política sobre drogas.

México estuvo cerca de despenalizar parcialmente la posesión de drogas en 2006, pero se retrajo por presión de Estados Unidos.

Pero la administración de Barack Obama se mantuvo en silencio el año pasado cuando México y Argentina optaron por la despenalización.

"Estados Unidos está retrayéndose de imponer un modelo", dijo John Walsh, jefe de políticas sobre drogas de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA, por su sigla en inglés). "La Casa Blanca (...) tendrá un acercamiento más medido al hablar de políticas de drogas".

Incluso algunas áreas de Estados Unidos, el mayor consumidor global, están replanteando su enfoque, y más de una decena de estados aprueban el uso medicinal de la marihuana.

Ex presidentes de Brasil, Colombia y México emitieron un informe el año pasado diciendo que el esfuerzo por la erradicación de las plantaciones de cocaína en América Latina simplemente empujó las áreas de cultivo de una región a otra.

"La estrategia dominante ha sido la llamada guerra contra las drogas (...) Esta estrategia claramente falló. Tiene que ser cambiada", dijo recientemente el ex presidente de Brasil Fernando Henrique Cardoso.

Pero la tendencia en América Latina no es homogénea. Líderes conservadores continúan apoyando el castigo duro a consumidores en los países productores de cocaína Colombia y Perú, donde guerrilleros armados o ex rebeldes controlan la producción de drogas en zonas liberadas en medio de la selva.

Colombia se adelantó al resto de la región cuando despenalizó el uso personal de drogas en 1994 y ahora, cuando otros países buscan hacer lo mismo, el presidente Alvaro Uribe le pide al Congreso leyes más duras contra los narcóticos.

Colombia es el principal productor de cocaína en el mundo y recibió más de 5.000 millones de dólares en ayuda militar de Washington para pelear el tráfico de drogas y los rebeldes izquierdistas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC).

El segundo productor de cocaína, Perú, no está intentando reformar las leyes contra las drogas, que incluyen fuertes sentencias por distribución de pequeñas cantidades.

PELIGRO DE LEGALIZACION

Argentina es el mercado de cocaína per cápita más grande en América Latina, y el uso de marihuana está en ascenso junto con el 'paco', droga elaborada con el residuo de la cocaína.

Pero críticos a las leyes actuales dicen que los costosos allanamientos a casas de droga -aproximadamente uno por día- tienen un efecto limitado.
La presidenta Fernández tuvo oposición a las reformas de leyes de drogas del líder de una agencia antidrogas, la Iglesia Católica e incluso de algunas organizaciones sin fines de lucro que trabajan con adictos.

"Tenemos un Gobierno que se volvió apático hacia el tráfico de drogas. Me duele porque veo gente que se muere", dijo Leticia del Valle, una abogada y ex adicta al paco.

Claudio Izaguirre, presidente de la Asociación Antidrogas de Argentina, dijo que el uso de drogas aumentará si es despenalizado.

(Reporte de Luis Andres Henao; Editado por Javier Leira)