Resulta difícil imaginar que Valeria Salech, madre de 42 años, profesora de yoga, arrastra las heridas más dolorosas: las que se sufren por enfrentar la realidad de un hijo con una enfermedad gravísima. Habla con energía... hasta que se le quiebra la voz: "Nos cerraron las puertas. Nos expulsaron de los consultorios. Probamos un sinnúmero de tratamientos y no funcionaron. Puedo perdonar todo menos que nos impidieran el acceso al conocimiento". La investigación de sus aplicaciones terapéuticas es un mundo por explorar.