La hoja de coca está considerada como el “architónico del reino vegetal”, como la definió en el siglo XVIII el médico peruano Hipólito Unanue. La explicación a esa afirmación, Unanue la encontraba en el poder curativo que, según él, actuaba sobre las diversas disfunciones orgánicas del cuerpo. Tradicionalmente, la hoja de coca se utiliza en las comunidades indígenas latinoamericanas como energizante en el trabajo, para aliviar el dolor, mejorar la digestión, calmar la ansiedad y contra el soroche o mal de altura. Varios expertos como la nutricionista Maritza Vera, en Perú, o la doctora Roxana Miranda, en Bolivia, ofrecen harina de coca a pacientes con osteoporosis, diabetes, artritis reumática y gastritis.