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Complicado "porrito"

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En invierno de 2012 el por entonces presidente Mujica sacó de la nada el tema de la liberalización del consumo de marihuana, que ni siquiera había estado en su programa de gobierno de 2009. Hace tres años se aprobó una ley que reguló el mercado de marihuana y que fue reglamentada en febrero de 2015. Sin embargo, al día de hoy, no hay noticias ciertas de cómo y cuándo empezará a funcionar la venta de la marihuana estatal.

Todo ha sido una enorme improvisación. De parte de las autoridades se viene afirmando, periódicamente y desde hace meses, que "en las próximas semanas" quedará pronto el mecanismo que, por cierto, sigue sin ser del todo claro. Se ha planteado que las farmacias dispongan del producto, pero resulta que de las más de 1.200 que hay en todo el país, menos de 50 se han inscripto para poder venderlo. Además, algunas se inscribieron pero luego se dieron de baja. Y por si fuera poco, hay al menos ocho departamentos del país sin farmacias inscriptas.

La información que ha trascendido es que no existe un plan claramente definido para que se venda en otros locales, como redes de cobranza o supermercados. Pero lo más increíble es que si las farmacias inscriptas no llegasen a cubrir finalmente todo el territorio nacional, la situación convendría bastante al gobierno, porque la imprevisión es tal que la cantidad de marihuana producida para la venta no alcanzaría para satisfacer la supuesta demanda.

Otra improvisación abarca justamente el lado de la demanda. La implementación de la ley prevé que la persona que quiera comprar marihuana en una farmacia debe previamente concurrir al Correo para quedar allí registrada. Pasa así a formar parte de una lista que conocerían el Instituto de Regulación y Control de Cannabis (Ircca) y, al menos parcialmente, las farmacias inscriptas. El problema es que todavía no se ha determinado cuánta gente integra ese registro, por lo que no se sabe cuál es la demanda real y posible de marihuana.

Con respecto al producto en sí también hay mucha imprevisión. Primero, se supo que la cosecha no salió del todo bien y fue más pequeña de lo esperado. Puede ocurrir entonces que se acabe pronto y que todo el mecanismo que tan demorado viene se implemente solo por unas pocas semanas. Segundo, se dispuso que el gramo de marihuana cueste en farmacias hasta US$ 1,17. El usuario podrá comprar hasta 40 gramos al mes, pero al día de hoy esa persona no sabe qué tipo particular de marihuana se venderá. En efecto, es sabido que hay decenas de variedades para fumar, pero hasta ahora no se conoce cuál ha sido la opción específica del porro estatal.

Tenemos entonces que no hay suficientes farmacias inscriptas para cubrir territorialmente todo el país; que no hay suficiente marihuana para cubrir la demanda prevista de acuerdo a los estudios de opinión que maneja el gobierno; que no se ha avanzado sustancialmente en la inscripción de ciudadanos en el registro de consumidores de marihuana; que ese registro dispondrá de datos privados y personales que deben ser manejados con una reserva que, al menos, es problemática en el Uruguay de hoy; y que no hay noticia de cuál es la calidad y el tipo de marihuana que habrá de venderse.

Este es el panorama luego de tres años de votada la ley y de año y medio de reglamentada, con clubes cannábicos funcionando ya y con gente haciendo su propio cultivo en su casa, algunos de ellos seguramente habiendo dado aviso del plantío al Ircca y otros probablemente no.

Finalmente, no hay más que salir del encierro y ver qué ocurre en otras partes del mundo para terminar de tomar consciencia de la dimensión del fiasco frenteamplista en este tema. En el estado de Colorado en Estados Unidos hay un enorme sector privado y pujante vinculado al cannabis que al día de hoy ha generado más de 16.000 empleos. Desde 2014 allí se pueden consumir galletitas, cigarrillos o bebidas gaseosas, todos hechos a base de marihuana. En 2015, el estado de Colorado recaudó 135 millones de dólares en impuestos por la venta de cannabis. Y todo esto ha ocurrido a partir de la legalización de fines de 2012: el mismo año en el que Mujica planteó su iniciativa.

Así las cosas, ¿no será mejor para todos que el gobierno renuncie al experimento de la marihuana en las farmacias? Porque, notoriamente, estas dos administraciones frenteamplistas han sido incapaces de llevar a la práctica una ley que está muy lejos de cumplir con la liberalización del consumo del cannabis. Es más: todo lleva a pensar que este proceso terminará siendo un enorme fracaso.

EDITORIAL

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