Cada vez que se habla de países que han tenido éxito con su política sobre drogas, suelen aparecer los nombres de Uruguay, Holanda o Canadá. Más interesante para los españoles quizá resulte el ejemplo de Portugal, que comparte unas cuantas características con España. El país ha conseguido rehabilitar a un gran número de pacientes de enfermedades relacionadas con el consumo de drogas, al mismo tiempo que ha reducido el consumo. La clave no se encuentra tanto en la descriminalización del consumo y la posesión de drogas que se aprobó en abril de 2001 –la legislación española es precida–, sino en un potente programa de índole social de apoyo al ciudadano.