La localidad de Brital, situada en el valle de Bekaa en Líbano, ofrece un contraste chocante de pobreza y riqueza ostentosa. Las viejas camionetas destrozadas circulan por carreteras llenas de baches junto a los relucientes Bentleys y Range Rovers sin matrícula y con las ventanas con cristales oscuros. Aquí viven algunas de las familias más poderosas de Líbano que se dedican al cultivo del cannabis. Lo cultivan en los campos cercanos y poseen un vasto arsenal de armas que les permite vivir al margen de la ley. Ahora, sin embargo, si los economistas y los consultores consiguen salirse con la suya, Brital y toda esta zona se transformarán y darán paso a una industria del cannabis que movería miles de millones de dólares.