'Santos oxigenó el debate, aunque no le guste a EE. UU': John Walsh

El Tiempo (Colombia)
Domingo, 27 de noviembre, 2011

Las declaraciones del presidente colombiano, Juan Manuel Santos, sobre la necesidad de incluir en el debate de la lucha contra el narcotráfico la posible legalización de las drogas, sin duda cayeron mal en Washington, pues fueron "extremadamente significativas" y podrían generar cambios a futuro. Eso piensa John Walsh, experto de la organización Wola (Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos), quien lleva más de 15 años dedicado a estudiar las políticas antidrogas de EE. UU. y el resto del mundo.

Según Walsh, si bien el Gobierno estadounidense seguirá casado con su modelo actual, que se enfoca en la represión, el debate, gracias al Presidente colombiano, recibe oxígeno y podría llegar a la ONU.

¿Qué opina de las palabras del presidente Santos frente al tema de la legalización de las drogas?

Son extremadamente significativas viniendo de un presidente en ejercicio. Santos es muy calculador y éstas no fueron frases sueltas. Sabía a quién le hablaba. El tiempo dirá qué tan importantes terminarán siendo estas declaraciones a la hora de promover un debate que conduzca a mejores políticas. Pero, sin lugar a dudas, es muy importante que alguien de su nivel y que viene de un país al que se le identifica muy estrechamente con la lucha contra las drogas lo haya dicho.

¿Cuáles cree que son sus intenciones al mover un tema que por lo general es tabú?

Aunque dejó claro que no puede liderar este debate, pienso que sus intenciones son ayudar a destrabar el tema y generar más espacio para la discusión. A finales de los 90, el mismo Santos fue uno de los firmantes de una carta sobre la falacia de pretender un mundo sin drogas, justo cuando la ONU se disponía a abordar la problemática. No sé cuáles sean las políticas antidrogas en las que cree, pero sí pienso que está convencido de que el modelo actual no es el adecuado.

¿Cómo cree que sus palabras serán recibidas en Washington, dado el importante rol que juega EE. UU. frente a este tema?

Habrá un intento por atribuir estas declaraciones a la frustración o se dirá que fueron palabras pronunciadas al calor del momento. Es realmente incómodo para EE. UU. que Colombia, su gran aliado en esta lucha, plantee el debate en estos términos. Por otro lado, veo al Gobierno estadounidense muy casado con su visión histórica del problema y no creo que esta posición vaya a variar en el corto plazo. Es cierto que cualquier cambio en la forma de abordar el tema en el futuro tendrá que incluir a Washington, pero no será la Casa Blanca la que lidere el debate. Los cambios comenzarán en otras zonas del país y eso se reflejará, eventualmente, en las políticas de Washington.

¿Qué quiere decir con que el cambio comenzará en otras partes del país?

Que en los estados habrá grandes segmentos de la población que empezarán a votar a favor de medidas pro despenalización o legalización, como sucedió en California con la marihuana. En la medida en que esto vaya sucediendo en el plano local, se irá reflejando en Washington. En este momento, sin embargo, no existe ese clima y no hay posibilidad de que esta administración o este Congreso le den la bienvenida a comentarios como el de de Santos.

Siempre se creyó que con el presidente Obama, dado su discurso electoral, habría una oportunidad de darle una nueva dirección al tema de la lucha contra las drogas. Y aunque considero que la administración actual ha mejorado su postura en relación a la de Bush, pues reconoce como prioritario enfrentar las consecuencias negativas de las drogas y no solo concentrarse en la reducción del consumo, aún no hay un reconocimiento de que las políticas antidrogas son el problema. El concepto es que las drogas son malas y hay que reducir sus consecuencias, pero todavía nadie acepta que las políticas también están erradas. Y eso es lo que plantea Santos.

¿Por qué el miedo a considerar al menos otras alternativas?

Es una posición que se mantiene desde que comenzó la guerra contra las drogas. Cualquier declaración que no suene firme a la hora de enfrentar el problema se considera riesgosa en términos políticos. Incluso entre los demócratas aún hay temor en plantear un desafío a esta visión.

Usted dice que las palabras de Santos no serán bienvenidas en Washington. ¿Habrá repercusiones negativas?

Es posible que algunos republicanos expresen su malestar,aunque va a ser difícil que lo hagan públicamente. Santos es un presidente al que no están acostumbrados a atacar. Es un mandatario al que casi siempre aplauden, así que no están en posición para cuestionarlo y salir ahora a decir que en este tema está totalmente equivocado. También es cierto que el Presidente colombiano les dejó claro que seguirá combatiendo las drogas de manera frontal y que no liderará el debate sobre la legalización.

¿No cree que fue riesgoso que el Presidente planteara la posibilidad de legalizar la cocaína?


Fue riesgoso, pero también demuestra que sus afirmaciones no fueron palabras sueltas. Es cierto que la legalización mundial de la marihuana no sería tan polémica como la de la cocaína, pero Santos lo ha expresado muy bien: se trata de un cuestión de coherencia. Por ejemplo, es contradictorio que se esté planteando la posible legalización de la marihuana en California, cuando EE. UU. le exige a todo el mundo que haga lo contrario. Lo que pide Santos es que haya consistencia en las políticas. Por eso, cualquier decisión debe contar con el consenso mundial.

¿Cree que esta ola generada por Santos morirá pronto, o es algo que puede evolucionar a futuro?

Santos tiene una tarima para promover el debate y creo que seguirá usándola. La idea de que este tema quedó resuelto hace décadas, que no hay nada que discutir y que no hay nada que se pueda hacer para cambiar las políticas, se acabó. Santos lo que ha hecho es airear la discusión. Además está la ONU. Puede que EE. UU. no quiera impulsar una nueva forma de ver la lucha contra las drogas, pero este no es un tema bilateral, ni hemisférico. Es un tema mundial al nivel de las Naciones Unidas, que es donde residen las convenciones y donde todos los países tienen voz.